Las working girls de la I Guerra Mundial

Aunque a veces se piensa que la incorporación de la mujer al trabajo es fruto de la lucha feminista, lo cierto es que aunque fuese una de sus revindicaciones, nunco hubo un movimiento realmente poderoso y consciente al cuál poder atriburle esta conquista. La incorporación de la mujer al trabajo es más bien una artimaña del capitalismo, que en un momento dado en la primera guerra mundial, necesitó de la mano de obra femenina pues los hombres estaban en el frente. Ante la ausencia de trabajadores masculinos, que se encontraban combatiendo en la guerra, las fábricas y oficinas se llenaron de mujeres que abandonaron sus casas y tomaron la difícil responsabilidad de la indutria americana. Sin embargo, una vez los hombres volvieron del frente, las mujeres sintieron en sus carnes la sensación de independencia y vieron la necesidad de incorporar el trabajo dentro de su programa revindicativo. La independencia económica es vital para lograr igualar los derechos con el varón, pues al fin y al cabo es lo que nos permite ser autónoomas y no necesitar su sustento. La independencia nos hace libres y no dependientes de las imposiciones patriarcales. Este fenómeno se acrecenta con la segunda guerra mundial y es en precisamente en los años 60, cuando surge la segunda ola del feminismo, cuando se revindica la autonomía del género femenino, uniendo al movimiento y comenzando las luchas por las revindicaciones que nos llevó a conseguir los derechos de los que disfrutamos hoy y que celebramos juntas cada 8 de marzo. La moda cambió, pues la comodidad se imponía como requisito y impusieron las faldas y los pelos cortos. Los encajes y prendas elaboradas son sustituidas por pantalones y chaquetas, elementos propios del armario masculino. Debido al largo periodo de la guerra, además ingresaron en las filas sindicales, y muchas de ellas quisieron seguir disfrutando de la autonomía conseguida una vez acabada la guerra. Se negaron a ser invisibles y a estar encerradas denuevo. Y ahí comenzó todo. Debido a que la incorporación al trabajo fue por necesidades del sistema, la empresa encontró en la mujer una oportunidad para poseer mayor fuerza productiva a menor costo, pues los sueldos de las mujeres no igualaban a los del hombre. Esta es la causa de que hoy en día, la brecha salarial siga presente. Entonces fue cuando el movimento feminista despertó laboralmente revindicando trabajo igualitario, educación y participación en la vida pública. En este momento la moda working girl era muy sobria, practicamenter parecían ropa carcelera. Ningún diseñador en ese momento se le ocurrió aportar a la comodidad un toque de elegancia y sofisticación, hasta que llegó Coco Chanel. Más adelante otros diseñadores actuales han querido aportar su visión de la moda para el entorno laboral, como Hermés, Proenza Schouler, Stella McCartney o Victoria Beckham, que han inundado buena parte de sus colecciones con guiños a la trabajadora de hoy. De cualquier forma, era un reflejo de la profunda transformación en igualdad de género. Actualmente las mujeres cobran independencia y su estilo, una nueva dimensión, alejándose de la adaptación masculina de los monos de trabajo, a modo de clon, para pasar a un look femenino pero más flexible y de tacones más bajos. La mujer es individual, independiente y visible, al igual que su armario. la moda actual para ir a trabajar es tan diversa como puestos de trabajo y tipos de mujeres. Desde poder ir al trabajo con sneakers y jeans desgastados, hasta los funcionales trajes de chaqueta femeninos. Los trajes de las mujeres dejaron de ser seductores, para buscar la linea recta. Las faldas se hacen más cortas, también buscando la comodidad y funcionalidad. El pelo corto también es fruto de esta incoprporación, pues las largas melenas entorpecían las meniobras sobre todo en las fábricas. De esta forma, el pelo corto se convierte en un símbolo de la lucha feminista por el recién adquirido papel en la sociedad.
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